Antes de empezar la entrevista, Rafael Francisco Payá (79) predice que la conversación va a ser "muy bonita" y que se encuentra ante "una excelente periodista". ¿Cómo lo sabe ? "Es que estás hablando con Rappel, guapa", suelta alborozado.
El futurólogo lleva una semana entera hablando solo en pasado. Es algo inaudito para él. Ha estado en la televisión, en periódicos y en la presentación de su libro El futuro ya es ayer (Roca Editorial, 2024), que tuvo lugar el 10 de febrero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Allí acudieron famosos y anónimos para escuchar sus inabarcables anécdotas tras más de cinco décadas de profesión.
Ninguno se quedó sin foto o firma de Rappel. "Nadie podrá decir nunca que le negué una foto por la calle o a darle dos besos a quien me lo pide. Dios me compensa con el cariño de la gente, que es la mayor riqueza que tengo".
No es difícil para el vidente prever que todo el mundo le va a preguntar por el día que le leyó la mano a Franco o a La Pasionaria, por la duquesa de Alba o por las centenares de celebridades internacionales a las que ha tratado. En este suplemento, preferimos ahondar en su vida familiar.
"Crecí en un hogar muy bonito, con mucho amor. Mis padres iban siempre cogidos de la mano, hasta que mi padre murió", resalta a LOC. "Me considero un privilegiado. Mi abuelo vivía con nosotros porque se había quedado viudo con 31 años. Él y mi padrino, que era su socio de negocio, me daban todos los caprichos. Tuve los mejores juguetes del momento y la mejor ropa, me llevaban a la playa, a la montaña...".
"Mi padrino era el jefe de la Sala del Teatro de la Zarzuela y desde muy jovencito estaba en todos los estrenos y galas. Conocí a Alfredo Kraus, Ana María Olaria y todos los cantantes famosos de la época", describe.
No era el único lugar donde se escurría entre la crónica social de la época. "Mi abuelo fue el primer sombrerero que trabajó para Balenciaga cuando se estableció en Madrid y lo siguió haciendo en San Sebastián. Cristóbal Balenciaga fue como un hermano para mi abuelo y cuando yo iba a París, me quedaba en su casa. Entre él, mi abuelo y mi padrino me inculcaron el mundo del teatro", explica.
En su edad adulta, Rappel siguió el patrón familiar y se dedicó al mundo de la moda. "Monto un taller de altísima costura y tenía una agenda con todas las clientas que había conocido de mi vida social. Era un modisto innovador y venían para una puesta de largo o para una boda", relata. "De aquella las madrinas iban de negro y con una mantilla negra, pero yo empecé a poner de moda que fueran también de verde, rosa, fucsia, malva...".
Pero él anhelaba mucho más y decidió hacer su negocio más trasparente y visible. "Yo quería una tienda con escaparates, que era lo que más ilusión me hacía y la monté con el nombre de Rappel. Mi madre quería que la inauguración fuera muy sonada en todo Madrid y habló con la mujer de Franco, doña Carmen, que vino a la inauguración", recuerda.
"Te puedo decir que he vestido a todas las del momento: Lola Flores, Marujita Díaz, Carmen Sevilla, Pastora Imperio, La Chunga...", enumera. "A raíz de eso se enteraron de que sabía echar las cartas y leer las manos".
Fue ahí es comienzo del Rappel legendario, el que se hizo indispensable en la crónica social y cuya fama se infló en la radio y la televisión. "No me considero una persona especial, solo alguien que a veces tiene esas premociones para las que no necesito cartas ni manos ni nada". Su debut televisivo fue en ¡Hola Raffaella! de TVE en 1992, junto a su amiga Raffaella Carrà. Su paso por Tómbola entre 1997 y 2004 fue muy memorable.
Según cuenta, esos poderes han sido una quimera en ciertas situaciones, como cuando predijo que su segundo hijo, Humberto, no iba a cumplir un año. "Tuvo un derrame cerebral, se le complicó con una meningitis purulenta y se nos murió con 11 meses", revela.
Durante casi dos décadas estuvo casado con Luisa, junto a la que fue madre de otros tres hijos que afortunadamente aún viven. "Me enamoré de mi novia. Tuvimos una boda preciosa. Era una chica monísima y sigue siendo muy guapa".
Lo suyo terminó cuando él se enamoró de José María, su actual novio, con el que lleva más de 40 años. "Nunca había tenido una relación con un hombre. Él un día vino a mi consulta. Era hijo de un militar y trabajaba en la Guardia Real. Vino a preguntarme por una chica italiana con la que había tenido un romance en Mallorca. Le dije: 'No tiene futuro, pero veo que vas a tener a un hombre mayor que tú'".
Con el tiempo, José María y Rappel empezaron una relación que continúa en el presente. "Voy con él a todas partes. La gente ya sabe que las invitaciones son para los dos. Es un hombre educado, cariñoso, que pinta muy bien y ha pintado muchos cuadros. Juntos pusimos una tienda de antigüedades, que era la ilusión de su vida", desvela. "José María es el amor de mi vida y lo único que le pido a Dios es que me muera antes que él".